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Isla de La Graciosa, Lanzarote
La Graciosa es probablemente uno de los pocos lugares de Europa donde todavía no hay carreteras asfaltadas. Es la más desconocida y la que más serenidad transmite de entre todas las Islas Canarias. Este es un lugar diferente, para dejarse llevar y descansar. Sus playas, sus calles de arena, el risco de Famara que se impone desde Lanzarote frente a la isla, como una gran muralla que aísla del mundanal ruido. Aquí el ritmo es otro y lo mejor que se puede hacer en La Graciosa es desconectar y relajarse.Las playas de esta pequeña isla son naturales, vírgenes, esto significa que tendremos que cuidar especialmente el entorno y no dejar ningún tipo de residuo en ellas. De entre las muchas playas que podemos visitar y disfrutar se encuentran El Salao, La Francesa, Montaña Amarilla y por supuesto la más famosa y maravillosa, la playa de Las Conchas. Los recorridos se pueden hacer a pie, en bici o contratando los servicios de algún graciosero, que por 12 € nos llevará en su Land Rover hasta el punto de la isla que deseemos.
Caleta de Sebo es el núcleo de población principal, residiendo en él unos 600 habitantes. Otro punto poblacional más pequeño es Pedro Barba, donde podemos encontrar algunas casas y un pequeño muelle.
La Graciosa se conecta por mar con el puerto de Órzola, en el norte de Lanzarote donde opera Líneas Romero. El barco atraca en Caleta de Sebo y tanto la llegada como la partida se convierten en un evento diario digno de ser visto.