Playas vírgenes, aguas turquesas y puro paisaje de origen volcánico con gran belleza, salpicados de dunas y arenales, es probablemente uno de los pocos lugares de Europa donde todavía no hay carreteras asfaltadas. Es la más desconocida y la que derrocha más serenidad de las Islas Canarias.
De enorme riqueza biológica en especies florísticas endémicas, además de su importancia como punto de paso en la ruta de numerosas aves migratorias protegidas, así como lugar de cría de algunas aves en peligro de extinción. Única isla del Archipiélago habitada cuenta con dos núcleos de población, La Caleta del Sebo y Pedro Barba, de los que sólo el primero está habitado durante todo el año y en el que se encuentran censados 670 habitantes, principalmente dedicados a la pesca y al turismo.
PEDRO BARBA: Es el segundo asentamiento humano que colonizó La Isla de La Graciosa hoy transformando en un exclusivo y privilegiado núcleo vacacional. Los fundadores de Pedro Barba llegaron en una segunda oleada de familias, que decidieron seguir el ejemplo de los habitantes de Caleta del Sebo.
CALETA DE SEBO: Un conjunto de casas blancas y calles de arena es la estampa que ofrece la capital de la Isla más oriental del Archipiélago Canario. La Graciosa está situada cerca de uno de los bancos de pesca más ricos del mundo, y ésta junto con el turismo son las principales fuentes de ingresos de sus habitantes.
Está separada del extremo norte de Lanzarote por una estrecha franja oceánica de un kilómetro y es precisamente Lanzarote el lugar desde el que se puede acceder a La Graciosa.
Así es La Graciosa, la octava isla.